Jesús.
Evangelio según Tomás.
Vers 67
Evangelio según Tomás.
Vers 67
La invitación a conocernos a sí mismos puede parecernos absurda porque solemos creer que nos conocemos bastante bien y que además de lo que ya sabemos de sí mismos, no hay nada por descubrir. No obstante, la enseñanza del auto conocimiento nos invita a darnos cuenta que en el fondo de nuestro ser existe un universo inexplorado en el cual es posible llevar a cabo un trabajo de transformación, purificación, desarrollo y despertar.
Conociéndonos podremos verificar que más allá de todo aquello que le da forma a nuestra persona en la superficie como lo es un nombre, una nacionalidad, un partido político, una inclinación religiosa, un club deportivo, unas preferencias musicales, etc. Existe un universo desconocido en nuestro interior que a pesar de ser invisible posee sus propios fenómenos y realidades, tan tangibles como aquellos que podemos tocar y percibir con los cinco sentidos.
Así pues, el ser humano no solo está constituido por el cuerpo de carne y hueso, sino que en su interior posee alma y espíritu.
Así como en el mundo externo podemos aprender una habilidad, perfeccionarnos y progresar por medio del estudio, la dedicación y el trabajo; esto también es posible de realizar en lo interno, en relación al alma y al espíritu. Pero de igual forma a como ocurre con todas las empresas del mundo externo, es necesario poseer un conocimiento y las herramientas adecuadas para prosperar en el desarrollo interno.
El mundo interior es trascendente y por lo tanto más real que el exterior que es pasajero. El trabajo que emprendamos allí nos dará frutos que perduran más allá de la muerte.
En algún momento debemos afrontar la realidad de que no somos eternos, de que tenemos un tiempo limitado y de que aquello que somos y poseemos en lo exterior, por grande y extraordinario que sea... No lo es todo. No hemos venido al mundo para acumular riquezas o para adquirir prestigio, sino para aprender las lecciones de la vida y alcanzar la auto realización íntima del Ser.
La condición interior
Al conocernos a sí mismos podemos descubrir y darnos cuenta que como seres humanos estamos parcialmente desarrollados, que internamente vivimos muy por debajo de nuestro potencial y que tenemos un gran trabajo por delante si queremos pasar por sí mismos a una etapa superior de desarrollo.
Lastimosamente, la mayoría de personas ignoran la existencia de sus posibilidades internas y se dedican exclusivamente a vivir para un desarrollo externo.
Como humanidad hemos conquistado impresionantes adelantos en materia de medicina, tecnología, transportes, comunicaciones y en muchos otros campos. Pero en lo interno permecemos sumidos en un profundo nivel de atraso y barbarie. Como prueba de ello tenemos las guerras, la injusticia, la corrupción de las instituciones, la rivalidad y otros tantos que desde la prehistoria son la firma y sello de nuestra civilización.
El primer peldaño en el camino de la sabiduría nos invita a reconocer que estamos atrasados en niveles de conciencia. Que en el fuero íntimo somos frágiles y vulnerables, que no sabemos de dónde venimos ni para dónde vamos y que generalmente desconocemos la razón por la cual nos suceden las cosas que nos pasan.
Siendo que está en cada individuo el asumir su propio proceso evolutivo, debemos aprender por nuestra cuenta los medios y herramientas que nos permitan trabajar sobre sí mismos si queremos acceder a la sabiduría, al entendimiento de la vida y a la conquista de nuestros potenciales humanos. Este es el objetivo del conocimiento de sí mismo.
El universo interior
El auto conocimiento también nos invita a agudizar la percepción ordinaria para poder traspasar los velos que nublan nuestro entendimiento y poder así descubrir por sí mismos, experimentar y comprender las profundas verdades y secretos de la vida y de la muerte.
Comprendiendo a fondo los resortes ocultos de la vida y de sí mismos, comprendemos también el universo del que somos parte y del cual somos una réplica en miniatura. De esta manera adquirimos el saber de leyes y principios universales que nos brindan dominio sobre la naturaleza y sobre los fenómenos que se presentan en ella. Entendemos porqué nos pasa lo que nos pasa y cómo modificar el curso y los acontecimientos de nuestra existencia.
Al conocernos tomamos conciencia de los recursos que fabrica nuestro sistema humano. Fuerzas, energías y capacidades que generalmente se disipan y desperdician porque nunca comprendimos su valor ni aprendimos a administrarlas.
La naturaleza de nuestro ser es un cofre lleno de secretos y posibilidades extraordinarias que se pierden cuando no nos conocemos a sí mismos.
Incontables sabios y maestros han revelado a lo largo de la historia los secretos que nos abren la puerta para recuperar la soberanía sobre sí mismos, acceder al despertar y alcanzar las posibilidades más elevadas que hay en nuestro ser; más no podremos participar de estos dones si no hay una cooperación sincera y voluntaria de nuestra parte. Si no TRABAJAMOS SOBRE SÍ MISMOS.
La rehabilitación y desarrollo de nuestro ser no se da de forma espontánea ni automática. La evolución natural produce en nosotros el desarrollo biológico, pero nunca nos llevará a la libertad psicológica ni a conocer nuestros más elevados potenciales.
El hombre que por desinterés o negligencia no trabaja sobre sí mismo se atrofia, decae y queda vinculado con los caminos de la involución. Es arrastrado por fuerzas que no alcanza a comprender y nivelado por los patrones que rigen a la colectividad en el mundo de la ilusión. Aquello que acostumbramos a llamar “vida” es en realidad el sueño que nos distancia de las verdades trascendentes y de las posibilidades más elevadas de nuestro ser. Entonces, es ahí cuando el auto conocimiento aparece como un camino práctico y revolucionario que nos conduce a la gran aventura de la rehabilitación del ser, del desarrollo interno y el despertar.
Comprendiendo a fondo los resortes ocultos de la vida y de sí mismos, comprendemos también el universo del que somos parte y del cual somos una réplica en miniatura. De esta manera adquirimos el saber de leyes y principios universales que nos brindan dominio sobre la naturaleza y sobre los fenómenos que se presentan en ella. Entendemos porqué nos pasa lo que nos pasa y cómo modificar el curso y los acontecimientos de nuestra existencia.
Al conocernos tomamos conciencia de los recursos que fabrica nuestro sistema humano. Fuerzas, energías y capacidades que generalmente se disipan y desperdician porque nunca comprendimos su valor ni aprendimos a administrarlas.
La naturaleza de nuestro ser es un cofre lleno de secretos y posibilidades extraordinarias que se pierden cuando no nos conocemos a sí mismos.
Incontables sabios y maestros han revelado a lo largo de la historia los secretos que nos abren la puerta para recuperar la soberanía sobre sí mismos, acceder al despertar y alcanzar las posibilidades más elevadas que hay en nuestro ser; más no podremos participar de estos dones si no hay una cooperación sincera y voluntaria de nuestra parte. Si no TRABAJAMOS SOBRE SÍ MISMOS.
La rehabilitación y desarrollo de nuestro ser no se da de forma espontánea ni automática. La evolución natural produce en nosotros el desarrollo biológico, pero nunca nos llevará a la libertad psicológica ni a conocer nuestros más elevados potenciales.
El hombre que por desinterés o negligencia no trabaja sobre sí mismo se atrofia, decae y queda vinculado con los caminos de la involución. Es arrastrado por fuerzas que no alcanza a comprender y nivelado por los patrones que rigen a la colectividad en el mundo de la ilusión. Aquello que acostumbramos a llamar “vida” es en realidad el sueño que nos distancia de las verdades trascendentes y de las posibilidades más elevadas de nuestro ser. Entonces, es ahí cuando el auto conocimiento aparece como un camino práctico y revolucionario que nos conduce a la gran aventura de la rehabilitación del ser, del desarrollo interno y el despertar.