La quietud y el silencio de la mente

¿Qué es lo que necesitamos realmente para poder llegar a experimentar lo real, la verdad a
través del éxtasis, del Samadhi? Como llegar a tal estado de arrobamiento místico trascendental? Esto es muy interesante mis caros hermanos, muy interesante, reflexionen por favor, reflexionen. Se trata ante todo de conseguir la quietud y el silencio de la mente, solo así se puede llegar al éxtasis, al Samadhi. Empero, como podríamos llegar a tal quietud, a tal silencio, dentro de nosotros mismos tenemos múltiples yoes que viven disputándose por la supremacía. En estas condiciones, obviamente se hace difícil el conseguir ese silencio y esa quietud, pues los yoes pendencieros y gritones realmente no lo permiten. Entonces que hacer?
Ahora, conviene poner atención, tener la mente quieta, en silencio, por dentro y por fuera. Repito, esto solamente es posible estando atentos a lo que estamos haciendo, verdad. Porque si ustedes no están atentos, como van a tener la mente quieta y en silencio? Les viene un pensamiento, les viene otro, un deseo, cualquier cosa de esas y ya la mente no está quieta ni en silencio.
Desafortunadamente hermanos, no es tan fácil estar atentos. Surge inevitablemente eso que podríamos llamar inatención. Hay pues dos estados: el de atención y el de inatención. Comprendido?
Si queremos estar atentos, surge lo opuesto, la inatención. ¿Y qué es lo que causa la inatención? Obviamente los yoes que cargamos dentro, ¿verdad? Recuerdos, deseos, emociones, pasiones, acontecimientos del día, del mes, del año o de los años, memorias, rencores, resentimientos, etc., eso es obvio. ¿Qué hacer entonces con toda esa multiplicidad del yo? ¿Qué hacer con esa inatención? Observarla mis caros hermanos, observarla. Cuando uno serenamente observa todas las fases de la inatención, cuando de verdad las mira en forma detallada, y sin tomar partido por esto o por aquello, en esa misma observación de lo que es inatento, surge la real atención. Cuando esta surge, la mente queda quieta y en silencio.
Quiero que ustedes sepan que cuando la mente esta quieta, que cuando la mente está en silencio, adviene lo nuevo. Eso es claro. En esos instantes la esencia se des embotella, para experimentar en el mundo de lo real. En esa, o en esos, mejor dijera, estados de lucidez plena, venimos a experimentar cierto elemento que transforma radicalmente, que nos da animo, que nos refuerza para la batalla, para la lucha. ¿Entendido?
Cuando uno está observando lo que hay de inatento, surgen naturalmente diversas cosas. Cualquier pensamiento debe ser debidamente comprendido y olvidado. Cualquier deseo, cualquier sentimiento, todo lo que vaya apareciendo después de haber sido comprendido a fondo, debe de olvidarse.
Es claro que la procesión esa de deseos, pensamientos, emociones, etc., tiene un comienzo y tiene un fin. Realmente tal procesión está constituida por todos los yoes. Yoes de la ira, yoes de la envidia, yoes del odio, yoes de la lujuria, yoes del resentimiento, yoes de tales o cuales escenas del pasado, etc., etc., etc. Al verlo todo eso, al comprender cada uno de esos detalles, se está uno conociendo a sí mismo, ¿verdad?
Distíngase entre lo que es una mente que esta quieta a la fuerza, violentamente, es decir, que esta aquietada a la brava, como dijéramos, y lo que es una mente que realmente esta quieta en forma espontánea y pura.
Distíngase entre una mente que esta silenciada violentamente y una mente que está en silencio.
Cuando la mente esta aquietada violentamente, no esta quieta. Lucha por moverse en sus fondos más profundos. Y cuando la mente esta silenciada violentamente, tampoco está en silencio, grita en sus fondos. Total, ese camino así, resulta estéril. La quietud y el silencio deben surgir en forma espontánea y pura. Surgen cuando la procesión esa de recuerdos, pasiones, deseos, defectos, etc., concluye. En esos instantes es cuando la conciencia logra desenfrascarse, para vivenciar lo que es real, eso que no es del tiempo, eso que es la verdad.
Así pues, mis caros hermanos, conociendo esta técnica, todos reunidos en pleno santuario, debemos meditar. No quiero decirles a ustedes que la labor resulte fácil, es obvio que este trabajo es difícil. Empero no es imposible y conduce ostensiblemente a la iluminación mística. Quien se conoce a si mismo, no lo olviden, conoce al universo y a los dioses.
Uno tiene que libertarse mis caros hermanos de la mente y eso solamente es posible a través de la meditación de fondo. La conciencia desgraciadamente esta presa entre la cárcel de la mente. Obviamente mientras la conciencia este encerrada la experiencia de lo real resulta imposible. Necesitamos luchar por nuestra libertad mis caros hermanos. Recuerden que cada uno de vosotros esta preso. Lo grave es que no os dais cuenta de que estáis presos. Creéis que sois libres y no lo sois porque estáis presos. La cárcel de la mente es horrible, allí dentro de esa cárcel esta encerrada la conciencia, el alma dijéramos, lo anímico, lo que verdaderamente vale la pena en nosotros. Estáis en una situación difícil y no os dais cuenta de que estáis en una situación difícil. Ved cuantas gentes se dedican a fortificar los barrotes de esa prisión. Ponen avisos en los periódicos, que la escuela tal, que le confiere a uno poderes extraordinarios en la mente, que le desarrolla a uno la fuerza mental, que tiene técnicas extraordinarias para dominar por medio de la mente a todo el mundo, etc., etc., etc., es decir, los que están presos hacen propaganda para que los demás sigan presos. ¡Que horror! Desgraciadamente así es.
Vosotros todos, mis caros hermanos, debéis comprender en forma integra, la necesidad de libertaros de la mente para experimentar en el terreno de lo real. Y eso, repito, solamente es posible cuando la mente esta quieta, cuando la mente esta en silencio.
No dejo de aclarar, y en esto no quiero ahorrar esfuerzos de ninguna especie, que el problema de cada uno de ustedes sentado aquí en la sala de la Meditación, consiste precisamente en la inatención. Todos queréis estar atentos, desgraciadamente no lo lográis. Surge la inatención. Os distrae cualquier cosa, desde el canto de un grillo hasta una bala de cañón, o el automóvil que pasa por la calle, o el ultimo recuerdo de hace un ratito no mas, posiblemente cuando estuviste conversando con tu comadre, con vuestro compadre, o tal vez con alguna novia, etc., etc., etc. Por lo común el trajín del día deja tantas huellas en el fondo de la mente que cuando llega la hora de estar atentos no se logra. Entonces es cuando verdaderamente debemos comprender esta técnica, poner observación en la inatención, es decir, observar cuidadosamente lo que hay de inatento en nosotros.
Cuando uno observa, repito, aunque me haga cansón con tanto repetir, todos los detalles de la inatención, es obvio que por tal motivo ya hay atención.
Pues bien, la atención plena, mis caros hermanos, nos da precisamente la lucidez del espíritu. La atención plena nos lleva a una quietud natural, espontánea y simple de la mente. La atención plena nos lleva a un silencio bellísimo, muy profundo, de la mente. Lo curioso es que cuando uno esta verdaderamente atento, cuando realmente esta en silencio, ni siquiera se da cuenta de que esta en meditación. Aquella quietud y silencio es tan natural, o son tan naturales, que se olvida uno de que esta practicando un ejercicio. Bendito olvido porque cuando eso sucede viene la iluminación, el shamadi.
Vean por ejemplo hermanos lo que sucede cuando uno esta arrobado contemplando un cuadro de la naturaleza, o una película que le interesa, o a la mujer amada, o a un amanecer, un anochecer. Si realmente esta uno arrobado en aquello, en esos instantes hay atención plena. Instantes de esos son los que necesitamos para llegar realmente a la iluminación. Hay que crear en la meditación el clima favorable para una atención así tan plena y se crea ese ambiente favorable cuando se observa a fondo lo inatento. Entonces viene de hecho la atención natural y eso es lo indispensable para llegar a la verdadera iluminación interior, mística, profunda.
Yo quiero, mis caros hermanos que comprendáis todo esto vosotros, pero que lo comprendáis a fondo. Necesitamos todos, todos, todos libertarnos de las trabas de la mente, del batallar horroroso de los conceptos opuestos.
Necesitamos zafarnos dentro de todo ese maremagnum de opiniones, teorías, autores, etc., etc., etc.
Así pues mis caros hermanos, debemos comprender la necesidad de emanciparnos cada vez más y mas de los procesos de tipo intelectivo razonativo.

Extracto conferencia de Samel Aun Weor