El ego



¿Qué es el ego?
El ego es todo el contenido de nuestra psicología que se manifiesta en nosotros bajo la forma de una entidad individual. 
Es el conjunto de rasgos psicológicos y emocionales que moldean y dan forma a la entidad personal que estamos convencidos de ser. Aquel personaje al que nos referimos utilizando la palabra YO. 
El ego se fundamenta en toda la información que hemos aceptado y almacenado en las diversas capas superficiales y profundas de la mente en forma de valores, creencias, recuerdos, gustos, temores, prototipos, ideales, traumas, etc.
Al ego también le llamamos “agregados psicológicos”, ya que si alguien nos pregunta ¿Quién eres? Nos definiremos enumerando los diversos elementos que hemos agregado sobre nuestra persona como: mi religión, mi nacionalidad, mi partido político, mi forma de ser, mi gustos, mis aficiones, mis inclinaciones sexuales, mis creencias, mis preferencias, mis ideales, mi forma de vestir, etc.
Al estar constituido por información, el ego depende de la mente, de la recordación y de la constante actividad del pensamiento para existir. Su actividad nos condiciona, porque una vez nos llenamos de información sobre el mundo y sobre la vida, nos encerramos en ella y comenzamos a experimentar la realidad a partir de puntos de vista y parámetros del pasado. Entonces ingresamos en el sueño de la conciencia y comenzamos a percibir las cosas por medio de prejuicios y acumulaciones, perdiendo así la noción del instante y de la verdad.



El ego está compuesto de "yoes"
Aunque en el exterior el ego actúa siempre bajo la sombra de un mismo individuo, en el interior se procesa como un grupo de fragmentos o "yoes" diferentes. Este es un principio básico y fundamental que debemos tener en cuenta si queremos abordar el trabajo del auto conocimiento desde una perspectiva correcta.
La psicología no es el vehículo de un yo único, sino que en ella se manifiestan muchos yoes. Cada fragmento del ego, yo, agregado, etc. puede contemplarse como si fuera una persona independiente que posee sus propios deseos, fundamentos, pensamientos, estados de ánimo y sentimientos. Nuestras expresiones varían dependiendo del yo que esté activo en la psicología. Unas son las del yo perezoso y otras las del yo de la ira, las del yo cobarde, el yo amigo, el yo parrandero, el yo entusiasta, etc.
La manera como percibimos, sentimos y abordamos la realidad se modifica dependiendo del yo desde el cual estemos experimentando una situación.
Una cualidad particular de estos yoes es que ninguno es permanente y no es por determinación consciente que elegimos cuál de todos ha de presentarse. Los estados psicológicos se relevan y desplazan unos a otros sin un orden fijo. Son las influencias y situaciones las que los evocan y traen a manifestación. Los yoes son reflejos y no determinaciones. No podemos considerar ninguno como único y verdadero, así como tampoco los estados y sensaciones que traen consigo.
Las situaciones, influencias y el contacto con nuevas impresiones modifican nuestros estados psicológicos y por eso la constitución de nuestra persona cambia y nunca es la misma. Debemos contemplar nuestro ser psicológico como algo que está mutando y no como una entidad fija que conserva siempre sus mismas características.
Poseemos egos de ambas polaridades con contenidos contradictorios que se manifiestan a intervalos momentáneos haciéndonos sentir ánimo y desanimo, alegría y tristeza, atracción y repudio, etc. Manifestándose en comportamientos contrarios como tacañería y derroche, egoísmo y altruismo, pereza y entusiasmo, religiosidad y auto abandono, etc. Todo este vaivén ocurre en una misma persona.
Comprender estas cualidades del ego es muy importante para poder abordar sabiamente el trabajo que tenemos por delante si queremos liberar la conciencia.

¿Todos tenemos el mismo ego?

Sí. Los seres humanos no solo tenemos un cerebro y sistema nervioso que son similares en su constitución y funcionamiento. También tenemos una psicología que está regida por los mismos principios. Por el mismo ego. Por esta razón, es natural que todos los hombres sin importar la región geográfica, color de piel, idioma, etc. Se inclinen a desarrollar e identificarse con un yo, a vivir en función de él y a expresar los mismos comportamientos psicológicos y emocionales derivados de esa identificación.
Todos sin excepción somos propensos a la ira, al temor, a la envidia, a la angustia, al enamoramiento, a la rebeldía, al egoísmo, etc. Nos inclinamos a buscar seguridad, afecto y condiciones que garanticen nuestro abastecimiento y bienestar. Lo que nos hace sentir que somos diferentes a otros es que el ego no se expresa del mismo modo en todas las personas. Una persona puede ser vanidosa con su forma de vestir y otra puede serlo a través de una habilidad. Los habitantes de un país pueden admirar unos prototipos de belleza diferentes a los que son valorados en otros. En el mundo vemos que unos hombres se inclinan hacia alguna creencia y otros a otra muy diferente. No obstante, la necesidad de creer en algo es una tendencia característica del hombre. Analizando estas similitudes psicológicas podemos comprender porque las guerras, egoísmo, corrupción, injusticia, discriminación, división, violencia, etc. no son particularidades de un solo país, raza o cultura, sino derivados de un mismo ego humano que se expresan en todo el globo por motivos diferentes y a través de manifestaciones diversas.



El trabajo sobre el ego
La enseñanza del auto conocimiento nos ofrece diversos procedimientos de los que podemos servirnos para disolver el ego y poder revertir el efecto que produjo en nuestro ser, accediendo así a la iluminación, a la liberación y a la purificación.

Al hecho de rescatar la sabiduría del ego le llamamos iluminación.
Al hecho de trascender el condicionamiento del ego le llamamos liberación.
Al hecho de revertir el degeneramiento del ego le llamamos purificación.


La disolución del ego es un principio fundamental de todo camino espiritual verdadero que encontramos presente en todas las doctrinas religiosas y filosofías iniciáticas de oriente y occidente, también conocido como muerte psicológica o muerte mística. 

Es de  anotar que la muerte del ego no se consigue por medio de la fe pasiva, por tratar de ser buenos o por aceptar nuevas creencias religiosas, sino por la aplicación consciente de un trabajo práctico y minucioso que debemos hacer sobre sí mismos. Nadie puede hacerlo por nosotros.
La enseñanza pone a nuestra disposición muchas herramientas en las que debemos perfeccionarnos con paciencia y continuidad; dentro de las cuales se destacan: La auto observación, el discernimiento, la transformación de impresiones, la no identificación, la meditación, la oración, entre otras.


"La vida consiste principalmente en una serie sucesiva de reacciones negativas que se dan como respuesta incesante a las Impresiones que llegan a la Mente. Luego, nuestra tarea consiste en transformar las impresiones de la vida de modo que no provoquen ese tipo de respuesta. Pero para lograrlo es necesario estarnos Auto-Observando de instante en instante, de momento en momento. Es urgente, pues, estar estudiando nuestras propias Impresiones.
Supongamos, por ejemplo, que un individuo vea una mujer provocativa y que no transforme sus impresiones. El resultado será que las mismas, de tipo naturalmente lujurioso, producen en él el deseo de poseerla. Tal deseo viene a ser el resultado de tipo mecánico de la impresión recibida, y se cristaliza, toma forma en nuestra psiquis. Se convierte en un agregado más; es decir, en un elemento inhumano que en su totalidad constituye el EGO.
Nosotros podríamos transformar esa impresión lujuriosa mediante la comprensión. Bastaría con que pensemos en ese instante que esa mujer ha de morir y que su cuerpo se desintegrará en la sepultura. Sería esto más que suficiente como para transformar esa Impresión lujuriosa en Castidad. Si no se transforma, se convertiría en YOES de Lujuria.
Así pues, conviene que mediante la comprensión transformemos las impresiones que surgen en la mente."

Samael Aun Weor