Karma y Dharma


¿Qué es el Karma?
El karma es el efecto cosechamos por todas las palabras y obras injustas que realizamos inspirados en el egoísmo y en la ignorancia. Generamos karma cuando incurrimos en acciones de maldad, haciendo sufrir, ofendiendo y violando los derechos ajenos para alcanzar la satisfacción de nuestros egos. En la vida hemos de recibir el bien y el mal en la misma medida que los ofrecemos a nuestros semejantes, por la acción de la ley y no por la intervención, juicio o castigo de una entidad divina. Somos libres de obrar el bien o el mal. Si obramos el bien, cosecharemos el bien. Si obramos el mal, cosecharemos el mal.

El karma y el sufrimiento
Cuando tenemos la conciencia dormida actuamos sin medir efectos y sin tener en cuenta que algún día tendremos que experimentar en la misma medida el sufrimiento que causamos a los demás.
Al identificarnos con un yo psicológico nos centramos exclusivamente en satisfacerlo pasando por alto el sufrimiento que tenemos que causar a otros para lograrlo. Embriagados e hipnotizados, no alcanzamos a ponernos en el lugar de los demás. Porque “las cosas no parecen malas cuando las hacemos, sino hasta que nos las hacen”.
En la vida tratamos de evitar el sufrimiento de muchas formas, más a menudo somos inconscientes de las diversas maneras como constantemente hacemos sufrir a otros.
Cuando comprendemos que las cosas que nos pasan son el efecto de una causa, logramos darnos cuenta que somos los responsables de las situaciones difíciles, abusos e injusticias que se nos presentan en la vida. Porque las acciones de maldad se dan vuelta y se convierten en sufrimiento. En el mundo existe mucho sufrimiento, pero también mucha maldad. La capacidad que tiene el hombre de sufrir es proporcional a la que tiene de realizar actos de maldad.

¿Cómo se mide el Karma?
El karma se mide de acuerdo a la magnitud de la falta y al grado de conocimiento con que actuamos. Cada persona tiene un nivel de experiencia, de comprensión, de capacidad y de sabiduría diferente. El juicio karmico actúa particularmente de acuerdo a ese nivel. Por eso se dice que: “más se exige a quién más sabe”. Jesús expresó esta enseñanza con las siguientes palabras… porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.

¿Qué es la deuda Karmica?
Los efectos de nuestros actos no se presentan siempre de forma inmediata y por eso el karma tiende a acumularse en forma de deuda.
Podemos comparar este proceso con los frutos que cultiva el campesino que no se recogen el mismo día que se siembran. Esta característica de la ley produce curiosas apariencias porque en el mundo el injusto parece feliz y audaz por sus malas obras mientras el justo parece infeliz y tonto por sus buenas obras. Así, el injusto ha de gozar y el justo ha de sufrir mientras los actos de cada cual maduran y dan su fruto respectivamente.
Muchas circunstancias de la vida pueden parecernos injustas porque son el efecto de acciones realizadas en un pasado ya olvidado. Son consecuencia de nuestra deuda karmica.
No hay forma de evadir esta deuda, tarde o temprano deberemos pagarla. Por eso Buda decía:
“Ni en los cielos, ni en medio del océano, ni en una gruta en las montañas se halla un lugar donde uno pueda permanecer a salvo de las consecuencias de sus malos actos”

Por vivir dormidos y de manera egocéntrica acumulamos un karma doloroso que nos ata a futuros problemas y condiciones existenciales difíciles.
Si nos relacionamos mal con nuestros semejantes, desarrollamos deudas por las cuales deberemos reencarnar innumerables veces para reencontrarnos y saldarlas.
Desde la perspectiva del conocimiento interior, la deuda karmica es una atadura indeseable que nos mantiene ligados al retorno de circunstancias, encuentros, dramas, renacimientos, etc. La vida del hombre dormido se desenlaza atada a una agenda de sucesos que él mismo originó inconscientemente. Solo seremos realmente libres cuando hayamos saldado la totalidad de nuestras deudas y aprendamos a relacionarnos sabiamente con la ley del karma.

El karma como correctivo y mecanismo de aprendizaje
El sufrimiento en todas sus formas, ya sea físico o psicológico siempre se presenta en nuestra vida como una invitación de cambio. Nuestro karma nos está señalando que alguna vez actuamos injustamente y por lo tanto nos invita a descubrir en nosotros mismos una conducta que debemos corregir y superar.
Si nos auto observamos podremos descubrir que frecuentemente damos a otros un trato que no nos gustaría recibir. Toleramos nuestras actitudes injustas cuando obtenemos un beneficio de ellas. Sucede que cuando se es verdugo no se puede ver con la perspectiva de la víctima y cuando se es víctima no se puede ver que en otro momento se actuó como verdugo. Las acciones injustas de nuestros egos nos satisfacen, las de los demás nos incomodan. 
Como no nos conocemos a sí mismos, consideramos injustos nuestros sufrimientos y en vez de tratar de descubrir la causa de nuestro karma nos quejamos de él. Cuando uno reniega del karma; este se torna más severo; se agudiza y se complica, en vez de saldarse y resolverse. Existe un precepto que dice: “No te opongas a tu karma… Cancélalo”.

¿Cómo trascender las deudas karmicas?
Las deudas karmicas pueden saldarse a través de la ley violenta del dolor que dice "ojo por ojo y diente por diente" o acogiéndose a una ley superior: La ley de la misericordia. Esta ley nos abre las puertas del perdón; sin embargo la deuda karmica no se salda con buenas intenciones, sino con obras de rectificación que son el verdadero síntoma del arrepentimiento. Por eso para poder aprovechar la ley del perdón, debemos comprender qué es el Dharma.
La gran diferencia entre quien no tiene este conocimiento y quien lo tiene es que el primero espera el destino mientras que el segundo posee el secreto para fabricarlo.
Si comprendemos y experimentamos esta enseñanza podremos liberarnos de todas las filosofías que se fundamentan en la suerte, el azar y la superstición.
Mientras no entendamos la acción de la ley del karma nos inclinaremos a buscar externamente en muchas figuras como Dios, los gobernantes, los demás, etc. a un culpable para los eventos y condiciones difíciles que se presentan en nuestra vida.

¿Qué es el Dharma?
El cultivo del bien, el abandono del mal y la purificación de la mente... Tal es la enseñanza de los Budas! 
Buda

El Dharma es el resultado de haber comprendido el funcionamiento de la ley de causa y efecto, lo que nos faculta para realizar acciones inteligentes que armonicen con ella. De esta forma podemos implementar estrategias prácticas en nuestra vida para modificar el destino que hemos trazado con acciones injustas y poder saldar las deudas que tenemos pendientes con la justicia. 
El dharma suele asociarse a la enseñanza de los sabios, porque está siempre nos exhorta a abandonar el mal, a cultivar el bien, a tratar a los otros del mismo modo como esperamos ser tratados y realizar acciones conscientes para armonizar con la ley.
En su contexto práctico el dharma puede verse como un camino o estilo de vida en el que como primera instancia debemos trabajar en la rectificación de nuestro ser, comprendiendo y disolviendo los egos que al manifestarse producen karma. Seguido a esto debemos reconocer la importancia de implementar en nuestra vida actos de servicio desinteresado para saldar las deudas que hemos acumulado en toda nuestra trayectoria de egocentrismo e inconsciencia. Entonces, llevando una vida recta, inspirada en la sabiduría y complementada con el servicio vamos borrando el destino, nos liberamos de las ataduras existenciales y logramos la trascendencia del sufrimiento.
A medida que disolvemos el ego armonizamos en mayor grado con la ley de causa y efecto porque nuestros actos dejan de estar inspirados en el egoísmo y en la ignorancia. Entonces las acciones de servicio pasan a ser una parte espontánea e integral de nuestro normal existir.
El dharma se le conoce como “dinero cósmico” ya que con él podemos pagar el karma y adquirir los méritos de corazón que se necesita para ahondar en el camino interior. Igual que en el caso del karma también podemos acumular dharma correspondiente a trabajos realizados por la humanidad en pasadas existencias.

La difusión del conocimiento como servicio
Si comprendemos que el autoconocimiento nos libera de todas las formas de sufrimiento, porque ataca el egoísmo y la ignorancia que las origina, nos daremos cuenta que la mejor forma de prestar un servicio a la humanidad es compartiendo las enseñanzas del despertar desinteresadamente.
Al asumir responsabilidades con la enseñanza, adquirimos los méritos del corazón que necesitamos para alcanzar nuestro propio desarrollo y libertad. Pagamos el karma y borramos gradualmente el itinerario de citas y problemas que nos mantienen comprometidos y absortos en el mundo de la ilusión.
Independientemente de que la enseñanza sea aceptada o rechazada, el trabajo de difundir consiste únicamente en señalar el camino a quienes se muestran interesados en él.