Las leyes de la naturaleza

 
Las leyes de la naturaleza son todas las constantes que rigen y ordenan el desenvolvimiento rítmico del universo.
Todos los acontecimientos y fenómenos que se presentan en el escenario de la creación ocurren regidos por leyes, obedeciendo un orden y en armonía con un propósito. 
El movimiento del universo no es anárquico, ni mucho menos improvisado. Hasta aquello que resulta caótico e injusto para nuestro limitado juicio tiene una razón de ser y cumple una función dentro del orden universal.
A diferencia de las leyes humanas que deben ser supervisadas para cumplirse y se modifican con el paso del tiempo, las leyes del universo son inmutables, omniscientes y eternas. No pueden violarse, evadirse o corromperse.
El estudio de estas leyes nos permite comprender la manera como está organizada la creación en la que existimos y de la que somos parte, así como también acercarnos a la inteligencia suprema que está detrás de todo lo creado; desde el imperceptible átomo hasta la gigantesca galaxia. Porque estudiando el diseño, entendemos al diseñador. Comprendiendo el orden, comprendemos al ordenador. 

La forma más certera para acercarnos al entendimiento del Dios inmanifestado es estudiando la manera como está organizada su obra manifiesta. De paso podemos comprender el lugar que ocupamos en ella, nuestras posibilidades de evolución y el papel que cumple la vida del hombre para un propósito de orden superior.
El hombre ha sido llamado a recibir la dirección de su vida y de la naturaleza. Sin embargo, estos dones no pueden obtenerse sin alcanzar previamente la comprensión y el alineamiento con los principios que rigen el universo. 
Al desconocer las leyes de la naturaleza actuamos en contra del orden del universo y entonces sufrimos consecuencias que tratamos de explicar por medio de la superstición. 
Movidos por  el egoísmo, por la soberbia, por la ignorancia y por la autosuficiencia la humanidad ha fabricado sus propios códigos y sistemas de organización que carecen de balance, de justicia, de amor y de sabiduría. Si vivimos un presente caótico, lleno de condiciones difíciles y complejas es porque regimos nuestra vida con normas de conducta, valores y códigos existenciales que no se encuentran alineados con las constantes de la naturaleza.
Estudiando las leyes y aplicándolas en nuestra vida comenzamos a modificar el curso que llevamos en el río de la existencia.
La salud, el bienestar, las buenas relaciones, la paz, la armonía, la plenitud y la felicidad que tanto anhelamos no pueden venir de acciones que se contradicen con las leyes del universo.